Hoy vivimos un recreo diferente, un momento lleno de vida, alegría y profundo sentido.

Nos reunimos  para algo que parece simple, pero es un verdadero regalo de Dios: jugar, compartir y reír juntos desde el corazón. El Padre Alberto Hurtado nos dejó una enseñanza que ilumina nuestro caminar: “Contento, Señor, contento”. No importa lo que enfrentemos, siempre podemos elegir vivir con alegría, con esperanza, y así contagiar esa luz a quienes nos rodean.

El primer recreo estuvo marcado por nuestros queridos padres y apoderados quienes guiados por nuestra pastoral hicieron inolvidable este momento de relajo y dispersión, realizando diferentes juegos que estuvieron acompañados de los mismos papás que les explicaron en cada «estación» de qué se trataba el juego, repartidos en diversos rincones del Instituto.

Juegos como el lanzamiento de la pelota a los tarros, una pesca milagrosa competitiva, un memorice, juegos de habilidades motrices, juegos con globos, la sillita musical, ping pong, un mini basquet fueron algunas de las actividades que los padres y apoderados del IAC les tenían preparados a sus hijos en cada curso para comenzar la semana de la solidaridad de la mejor forma y que mejor que enmarcarlo en la alegría que era lo que el Padre Alberto Hurtado siempre expandía con su característica frase «contento, señor, contento».

Cuando jugamos con respeto, cuando invitamos a todos a participar, cuando velamos porque nadie quede solo, estamos viviendo el verdadero servicio. El servicio no es solo cargar con grandes cargas o cumplir tareas difíciles; es también regalar un momento de felicidad, es construir comunidad, es hacer sentir a cada persona amada y valiosa ante los ojos de Dios.

Así que hoy, mientras nos divertimos, recordemos que cada risa, cada gesto amable, cada abrazo fraterno, es una oración viva que le decimos a Dios:

“Gracias, Señor, por la vida, por los amigos, por esta alegría que brota del alma… contento, Señor, contento.”

Agradecemos a cada persona que hizo posible esta innovadora forma de estar contentos, de abrazarnos en la risa, de cantar con fuerza al señor, a todos esos padres y apoderados que junto a la Pastoral del IAC hicieron un equipo magnifico para atesorar este Recreo Solidario.