Hoy, con una liturgia llena de espíritu comunitario, el Padre Diego dio el inicio oficial a este tiempo tan especial en nuestro Instituto.

El momento fue coronado con la pureza de nuestros más chiquititos, quienes, con sus propias manos llenas de cariño, llevaron ramos de flores a la figura de nuestra Madre, la Virgen María, instalada con mucho amor en nuestro Gimnasio. Un acto simple y profundo que nos recordó la esencia de la devoción.

Junto al Padre Diego, nuestros pequeños también nos relataron de manera maravillosa parte de la vida de Jesús, haciendo de esta mañana un encuentro inolvidable.

Que María, Madre de la Esperanza, nos acompañe en este camino
jubilar y nos enseñe a vivir con confianza, alegría y amor en el
seguimiento de su Hijo.

Seguimos construyendo comunidad y fe, juntos